Mapa webContactarAccesibilidad

EscudoConstitución española

Constitución  Estatutos de Autonomía  Elecciones  Órganos constitucionales  Otras Constituciones 
 

Volver al índice | Anterior / Siguiente >

Homenajes y recuerdos

Un texto para difundir, ilustrar y… poner en estuches

 

Asimismo, como cualquier texto legal, y quizá más en este caso por su carácter fundante, la Constitución de 1978, al igual que ocurriera con sus predecesoras, ha sido objeto de múltiples ediciones. La mayoría, destinadas a su difusión y estudio, entre las que cabe citar algunas de tirada masiva. La primera, cuando todavía era proyecto, la edición del Boletín Oficial del Estado para el referendum del 6 de diciembre de 1978, reeditada ahora, en su XXV aniversario por el Congreso de los Diputados. Otras ediciones masivas se publicaron coincidiendo con los aniversarios de su aprobación, como por ejemplo los 25 mil ejemplares de La Constitución para los niños, distribuidos gratuitamente por la Diputación de Madrid con motivo del 6 de diciembre de 1981.

Dirigido al mismo público, La Constitución de Todos, con ilustración y diseño de Fernando Aznar, editada por el Congreso de los Diputados y distribuida como obsequio con ocasión de las jornadas de puertas abiertas de 2003.

También los cientos de miles de copias del texto constitucional que regalaron, cada uno por su cuenta, los diarios El País, El Mundo o ABC, entre otros, para festejar sus XXV años.

Debe recordarse, en esto de la distribución masiva, el precedente de la II República. Para festejar la solemne toma de posesión del nuevo jefe del Estado, el presidente Alcalá Zamora, prevista para el 10 de diciembre de 1931, el Gobierno mandó imprimir medio millón de ejemplares de la Constitución. Los tres colores de la nueva bandera nacional lucían en las cubiertas de esta edición popular, destinada a distribuirse en su mayor parte -400 mil folletos- entre todas las escuelas del país, así como diversas instituciones, mientras los cien mil restantes iban a ser repartidos entre el público que, en la calle, contemplara la carrera presidencial desde el Congreso hasta el Palacio de Oriente.

Se pensó, incluso, en utilizar aeroplanos para lanzar las “constituciones” desde el aire, aunque finalmente, el día de la promesa presidencial, la distribución corrió a cargo de obreros con brazaletes tricolores desde camiones situados en puntos estratégicos de la carrera.

Mención aparte merecen las ediciones de lujo y de bibliófilo. Desde su edición príncipe, que utiliza unos tipos especialmente diseñados por el pintor José Luis Alexanco (Madrid, Editora Nacional, 1978), al imponente volumen ilustrado con 41 grabados de 40 artistas españoles de primera fila, fruto de la iniciativa editorial de Colecciones Privadas de Arte Contemporáneo. Joan Miró, Eusebio Sempere, Modest Cuixart, Equipo Crónica, Juan Genovés y Antonio Saura son algunos de los que participaron en aquella obra, aparecida en 1981 con una tirada de 250 ejemplares, un precio de 295 mil pesetas y que, por su tamaño (55 x 40 cm), grosor (6,5 cm) y peso (10,5 kg), necesita de un atril o facistol para ser consultada y/o exhibida.

Más recientemente, entre las conmemoraciones del 6 de diciembre de 2003, de nuevo un grupo de artistas españoles ha colaborado en otra edición ilustrada: Con la palabra y la imagen. 25 años de Constitución Española. Este libro, auspiciado por la Fundación Pablo Iglesias y coordinado por Gregorio Peces Barba, ex Presidente del Congreso, no incluye tan sólo el texto constitucional sino que viene precedido por lo que constituye el verdadero interés del volumen: veinticinco artículos de conocidos escritores y ensayistas, cada uno introducido por la reproducción de una obra de arte, referidos, en un sugerente binomio de texto e imagen, a algunos párrafos del preámbulo o a sus artículos más significativos, subrayando, en todo caso, valores constitucionales como la democracia, la justicia, la libertad, el estado de derecho y la solidaridad.

En este recorrido por las diversas peripecias del enaltecimiento del texto constitucional es inevitable detenerse en sus estuches. Quizá el orfebre que guardó la de 1869 en una caja de plata primorosamente cincelada la ideó pensando en un arca -civilmente sagrada- que, con su texto, guardara el pacto originario formalizado por la Constitución.

Quizá también, el editor que en 1812 encerró la de Cadiz en un estuche circular, de bronce, de apenas 6 cm. de diámetro estaba pensando, no ya en un arca sino en un medallón o, incluso, en un relicario.

En ambos casos se diría que los artistas, o quienes les encargaran sus obras, respondían, consciente o inconscientemente, al sentimiento de vinculación entre constitución y enaltecimiento de lo que se considera sagrado.

La idea del orfebre de 1869 no ha tenido continuidad. Por el contrario, el editor de 1812 tuvo éxito, al menos parcialmente. De hecho este tipo de edición de la Constitución se ha mantenido hasta la actualidad continuando así la tradición por él iniciada. Sin embargo, si su intención -ciertamente un poco utilitarista- era tener, en una pieza, la ley fundamental y su medallón o relicario, el sentido de la realidad -algo zumbón- de los españoles dio al traste con ella: todos han acabado por conocerla como "la polvera".

Libro de la Constitución
Constitucion Española 1978 (folleto)
Ampliar foto